Lo tenemos claro: nadie nos pertenece. Pero cuando
falta, nos sentimos vulnerables. Como si se nos escapara algo, una parte
nuestra. Sentimos como el alma se divide y escuchamos el crujido de cada partecita
rompiéndose. No comprendemos el porqué. Tampoco nos importa. Solo queremos a
nuestro ser querido devuelta. Lo racional y lógico se vuelve confuso, las sumas
simples no cuadran y las voces no consuelan. Ya nada importa, tal como si
estuvieras en una burbuja chiquita, solo. Flashes de recuerdos viajan a toda velocidad
recordando momentos buenos, graciosos y felices.
Las emociones se apoderan de nuestras mentes y no
hay consuelo que valga, no hay palabra que aclare, ni sonrisa que esperance. El
cielo es gris. El mundo se vuelve diferente, hay un capitán que falta, se siente el
silencio y todo nos recuerda a vos.
El pasar del tiempo, lento, muy lento, nos hace
pensar que tal vez nuestra mirada no se perdió y que se puede seguir adelante.
Hay una subida en la que hay que cargar a los más débiles en nuestras espaldas
y dar aliento para seguir.
Buenos noches amigo, deje a un lado la ausencia de
no tenerte y me abrace al recuerdo de tu cercanía.