Cuando perdemos a un ser querido nos hacemos muchas preguntas. ¿Por qué él? Si era bueno.. ¿Por qué no la disfrute? ¿Por qué no aprendí de él? La tendría que haber valorado más. Tantas preguntas y ninguna respuesta. Luego de un tiempo comprendemos que son los ciclos de la vida. Y luego del nacimiento sigue la muerte indefectiblemente.
Sabemos que la muerte es algo natural. Algo que a todos nos puede pasar, sin embargo, cuando llega a algún ser querido, no la comprendemos. No estamos preparados, es como si fueran inmortales y nada pudiera ocurrirles. Hay muchos mecanismos de defensa frente a la muerte de alguien, pues después de ella nos sentimos inseguros y solos. La depresión, la culpa, el suicidio son frecuentes, pero creo que es un camino angustioso e innecesario por el cual transitan personas que se van más allá de la realidad alejadas del sentido común.
Por el contrario creo que frente a este tipo de situaciones lo mejor es tomarlo con calma, y recordar a la persona con sus cosas más felices. No tengo duda que tras la muerte, en nuestro corazón se coloca un podio y es ahí donde se sitúa el alma de nuestro ser querido. Es esto lo que hace a la persona ser eterno. Y la eternidad es inmortal.
Esta entrada va dedicada a juli especialmente por que me pidió si podía escribir algo sobre perder a un ser querido. Pero también a marina, que me disculpo por ser tan mala amiga y no haber estado junto a ella cuando estaba mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario